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Todo sobre la Piel

La piel, es el órgano más grande de nuestro cuerpo, y es a la vez el que nos separa y une con el medio externo. Esto hace que sea el órgano que más cambia y se renueva, por tanto es un órgano al que debemos cuidar constantemente.

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La piel está cubierta por  la película hidro-lipídica (sudor y sebo) que con un ph ácido,  constituye la primera barrera defensiva contra las agresiones externas sobre todo frente al desarrollo de los microorganismos presentes en nuestra piel, además mantiene el grado de hidratación cutánea y le otorga a la piel su aspecto aterciopelado.

La piel consta de tres capas: epidermis, dermis e hipodermis.

Epidermis

Es la más superficial, y por tanto la primera barrera frente al medio externo, siendo la que más se deteriora, por esto también es la que más se regenera, mediante la descamación, que es la eliminación hacia el exterior de células muertas que son sustituidas por células nuevas. No posee vasos sanguíneos, y por tanto no sangra ni deja cicatriz

Sus funciones son mantener la hidratación y protegernos de la radiación solar

Dermis

Está situada debajo de la epidermis, tiene un espesor de unos cuatro milímetros y es la que da elasticidad y tersura a la piel.

Es muy rica en vasos sanguíneos y linfáticos que aportan nutrientes, terminaciones nerviosas, glándulas sebáceas, folículos pilosebáceos y glándulas sudoríparas que trabajan en conjunto.

Su  función más importante es ser el tejido de sostén de la piel, gracias a sus células especializadas llamadas  fibroblastos, que fabrican fibras de colágeno y  elastina. El colágeno se organiza en haces  y es el  responsable de dar firmeza y resistencia de los tejidos. La elastina, más fina es la que proporciona la elasticidad, volviéndose más rígidas con la edad.  Todas estas fibras que formando una  malla, se encuentran inmersas en la matriz dérmica, que es un gel formado  por ácido hialurónico, mucopolisacáridos y ácido condroitinsulfúrico. El ácido hialurónico, además de un gran antioxidante,  es el que capta y retiene el agua,  manteniendo el grado de hidratación adecuado para que la malla pueda realizar su función. Con la edad el ácido hialurónico pierde parte de esa capacidad de captar y retener agua, lo que origina un peor funcionamiento de las mallas fibrosas. Otros factores agravantes de este proceso son el estilo de vida, el sol, el tabaco y el alcohol.

Hipodermis

Situada debajo de la dermis, se conoce también como tejido subcutáneo, contiene numerosas células de grasa (adipocitos) y está cubierta por una densa red de vasos sanguíneos. Además de proteger y aislar es la reserva más importante de energía del organismo.

EFECTO DE LA EDAD SOBRE LA PIEL

El paso del tiempo, aplana la unión dermo-epidérmica, hace que los fibroblastos pierdan su capacidad para producir fibras de colágeno de buena calidad,  a la vez que se produce en la matriz dérmica una disminución de la síntesis de Ácido Hialurónico, lo que conlleva una falta de elasticidad de la piel y la aparición de arrugas, no solo por la deshidratación, sino también por la mala calidad del colágeno que le impide desarrollar correctamente sus funciones de sostén. La manifestación de todo esto es un adelgazamiento y descolgamiento de la piel dando la sensación de ser de papel.

Por otro lado los efectos del sol recibido a lo largo de la vida, que se acumula estimula la desorganización de los melanocitos (responsables de la uniformidad del color de la piel) que se acumulan,  con la consiguiente aparición de manchas, y otras lesiones vasculares superficiales.

Las glándulas sebáceas, cuya función es dependiente de las hormonas, al disminuir estas también se atrofian, con la consiguiente disminución del sebo, apareciendo una piel seca y áspera.

Si además la persona fuma, el tabaco produce una vasoconstricción de los vasos sanguíneos que alimentan la dermis, llegando menos nutrientes y oxígeno a la misma, que lo manifestara deshidratándose, dilatando los poros y en general con un aspecto desvitalizado y falto de frescura.   

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Fuente: Clinica Vega

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