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Intolerancias a alimentos. ¿Pueden influir en mi piel?

Hoy en día, el tipo de alimentación que llevamos, combinado con la manipulación que sufren estos alimentos y nuestra forma de vida ha provocado que cada vez sea más frecuente presentar mala tolerancia a los alimentos. Más allá de los síntomas digestivos que solemos relacionar con las intolerancias (gases, distensión abdominal, diarrea o estreñimiento, pesadez o digestiones pesadas entre otros muchos síntomas), las intolerancias a alimentos también pueden tener repercusión en nuestra piel.

INTOLERANCIA A LA HISTAMINA

¿Qué es la histamina? La histamina es una molécula sintetizada en prácticamente todos los tejidos y su función se basa principalmente en la defensa frente a agresiones externas. Se trata de una sustancia presente en múltiples alimentos (quesos, tomate, pescados, chocolate, bebidas alcohólicas, derivados de soja… entre otros) e incluso existen bacterias intestinales que son capaces de generar histamina.

El consumo de alimentos liberadores de histamina no debería producir síntomas ya que, en condiciones normales, la histamina se degrada por la enzima DAO (Diamino oxidasa). Cuando se tiene un déficit en la actividad de la enzima DAO, la histamina no se degrada de manera adecuada y se acumula, esto también puede ocurrir cuando se produce en exceso, aunque la vía de degradación no esté afectada.

La histamina, al ser una sustancia de inflamación, es responsable de síntomas cutáneos como el picor generalizado,  las ronchas o la aparición de rojeces de forma brusca, lo que se conoce técnicamente como “flushing”.

El tratamiento de la intolerancia a histamina depende de cuál sea el origen, pudiendo requerir suplementos de enzima DAO o fármacos para generar menos histamina y en todos los casos es necesario reducir el consumo de alimentos ricos en histamina.

SOBRECRECIMIENTO BACTERIANO

El sobrecrecimiento bacteriano afecta al 80% de la población adulta. Se produce por una migración de las bacterias del colon al intestino delgado, colonizando una zona en la cual no deberían existir estas bacterias. Al encontrarse en esta zona, fermentan los azúcares e hidratos de carbono que comemos provocando síntomas como hinchazón abdominal y gases.  Cuando el sobrecrecimiento bacteriano lleva mucho tiempo establecido, puede alterar la barrera intestinal y producir síntomas crónicos, entre los cuales se encuentra la rosácea.

Se ha demostrado en múltiples estudios que los pacientes con rosácea tienen mas riesgo de presentar sobrecrecimiento bacteriano, y que, una vez tratado los síntomas de la rosácea prácticamente se controlan por completo.

El tratamiento del sobrecrecimiento bacteriano consiste en realizar un tratamiento antibiótico y una dieta baja en alimentos fermentables (FODMAPs) durante 8 semanas, con reintroducción posterior de los alimentos.

CELIAQUÍA Y SENSIBILIDAD A GLUTEN (NO CELIACA)

Los problemas con la ingesta de gluten son uno de los principales motivos de consulta de intolerancias alimentarias. Es fundamental descartar la enfermedad celiaca, cuya base es una alteración autoinmune y supone un riesgo a largo plazo para el paciente.

Existen muchas enfermedades de la piel que se han asociado a la celiaquía:

  • Dermatitis herpetiforme:  es un proceso que cursa en forma de brotes y es característico que presenten ampollas, que asocian mucho picor y se distribuyen de manera simétrica en los codos, las rodillas y los glúteos.  Suele ser la primera manifestación de hipersensibilidad al gluten en estos pacientes, y pocos pacientes se conocen celiacos.
  • Otras lesiones cutáneas que se han demostrado tienen relación con la enfermedad celiaca son:
    • Alopecia areata
    • Vasculitis cutánea
    • Urticaria crónica (ronchas y picor)
    • Dermatitis atópica
    • Psoriasis
    • Aftas orales recurrentes

La sensibilidad a gluten no celiaca es un trastorno de origen actualmente desconocido, en el cual se descarta tanto origen alérgico como inmunológico y se cree que se produce porque nuestro organismo es incapaz de digerirlo adecuadamente al no disponer de las enzimas necesarias para ello.

En cuanto a la sensibilidad a gluten no celiaca, se ha encontrado relación entre la queratosis pilaris (piel rugosa con granitos en los laterales de los brazos), como resultado de una deficiencia de ácidos grasos y de vitamina A, debido a la mala absorción de grasa causada por daños en el intestino.

Por lo tanto, es fundamental realizar un diagnóstico adecuado ante cualquiera de estos síntomas de piel, y pensar en una posible intolerancia alimentaria, ya que, realizando el tratamiento adecuado la evolución de las lesiones en la piel será mucho mas favorable.

Fuente: Clínica Vega ®

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